PUERTO PRINCIPE.- A casi tres días del sismo que devastó a Puerto Príncipe, miles de personas vagan sin rumbo, otras recurren a la violencia para conseguir comida y los socorristas trabajan para buscar sobrevivientes.
Todo en medio de un clima de angustia porque la ayuda ha llegado en tales cantidades que colapsó el desvencijado aeropuerto, desde ayer bajo control de E.U.
Fuentes oficiales haitianas estiman que más de 100.000 personas murieron a causa del sismo, aunque la Cruz Roja ayer habló de entre 40 y 50 mil; más de tres millones de personas han resultado damnificadas. Otras fuentes aseguran que hasta ayer se habían enterrado 7.000 cuerpos.
En medio del caos y el hedor de la muerte, ya que los cuerpos en las calles empezaron a descomponerse por el calor, la crispación iba en aumento por las dificultades logísticas para hacer que la copiosa ayuda llegue a donde debe: los miles de damnificados.
Grupos de haitianos bloquearon algunas calles con barricadas construidas con cuerpos sin vida y piedras, en protesta por la falta de ayuda.
En las últimas horas el temor a las enfermedades, además de la falta de agua y alimentos, agravaba la situación en una ciudad que a veces sale de su silencio por disparos.
La falta de agua y comida está llevando a los haitianos al extremo y los saqueos son abundantes. "Si la ayuda internacional no llega, la situación puede degenerar rápidamente", afirma Lucila, sentada ante la puerta de su casa.
Los demás cuerpos están en el Hospital General de Puerto Príncipe, apilados unos sobre otros hasta alcanzar una altura de más de un metro en los pasillos e incluso en el patio, a la vista de los enfermos que reciben los primeros auxilios al aire libre.
Cubiertos con mascarillas, pañuelos o simplemente tapándose la nariz para intentar, sin mucho éxito, no sentir el olor de los cuerpos descompuestos y la basura acumulada por las calles, los haitianos deambulan e improvisan camastros y cocinas: "Cualquier cosa con tal de no volver a nuestras casas, todavía tenemos mucho miedo", comenta Jean.
En busca de transporte
"Vivíamos en un quinto piso de un edificio de unos 60 vecinos; sólo recuerdo que el mundo entero se puso a temblar, caí al suelo y cuando desperté estaba en plena calle, rodeada de cascotes, pero sólo tenía una herida en el brazo", dijo Rachel, una estadounidense de 25 años con el brazo en cabestrillo.
En el aeropuerto se agolpan extranjeros de todos los países, que tratan de huir antes de que llegue lo peor, como la escasez de agua y alimentos y los saqueos, según cuenta Susan Herrera, una costarricense que está con su familia.
A ese mismo aeropuerto, donde el aterrizaje debe hacerse "a ojo" porque la torre de control sigue sin estar operativa, está llegando la ayuda humanitaria. Sin embargo, según informó 'CNN' el Gobierno de Haití está ya negando el permiso para aterrizar más aviones, porque no hay pistas disponibles ni combustible. "No se ha puesto en marcha ni siquiera una célula de gestión de la crisis", destacó la web de 'Radio Metropole'.
Entre tanto, unos 3.000 policías y cascos azules de la ONU intentan mantener el orden.
Todo en medio de un clima de angustia porque la ayuda ha llegado en tales cantidades que colapsó el desvencijado aeropuerto, desde ayer bajo control de E.U.
Fuentes oficiales haitianas estiman que más de 100.000 personas murieron a causa del sismo, aunque la Cruz Roja ayer habló de entre 40 y 50 mil; más de tres millones de personas han resultado damnificadas. Otras fuentes aseguran que hasta ayer se habían enterrado 7.000 cuerpos.
En medio del caos y el hedor de la muerte, ya que los cuerpos en las calles empezaron a descomponerse por el calor, la crispación iba en aumento por las dificultades logísticas para hacer que la copiosa ayuda llegue a donde debe: los miles de damnificados.
Grupos de haitianos bloquearon algunas calles con barricadas construidas con cuerpos sin vida y piedras, en protesta por la falta de ayuda.
En las últimas horas el temor a las enfermedades, además de la falta de agua y alimentos, agravaba la situación en una ciudad que a veces sale de su silencio por disparos.
La falta de agua y comida está llevando a los haitianos al extremo y los saqueos son abundantes. "Si la ayuda internacional no llega, la situación puede degenerar rápidamente", afirma Lucila, sentada ante la puerta de su casa.
Los demás cuerpos están en el Hospital General de Puerto Príncipe, apilados unos sobre otros hasta alcanzar una altura de más de un metro en los pasillos e incluso en el patio, a la vista de los enfermos que reciben los primeros auxilios al aire libre.
Cubiertos con mascarillas, pañuelos o simplemente tapándose la nariz para intentar, sin mucho éxito, no sentir el olor de los cuerpos descompuestos y la basura acumulada por las calles, los haitianos deambulan e improvisan camastros y cocinas: "Cualquier cosa con tal de no volver a nuestras casas, todavía tenemos mucho miedo", comenta Jean.
En busca de transporte
"Vivíamos en un quinto piso de un edificio de unos 60 vecinos; sólo recuerdo que el mundo entero se puso a temblar, caí al suelo y cuando desperté estaba en plena calle, rodeada de cascotes, pero sólo tenía una herida en el brazo", dijo Rachel, una estadounidense de 25 años con el brazo en cabestrillo.
En el aeropuerto se agolpan extranjeros de todos los países, que tratan de huir antes de que llegue lo peor, como la escasez de agua y alimentos y los saqueos, según cuenta Susan Herrera, una costarricense que está con su familia.
A ese mismo aeropuerto, donde el aterrizaje debe hacerse "a ojo" porque la torre de control sigue sin estar operativa, está llegando la ayuda humanitaria. Sin embargo, según informó 'CNN' el Gobierno de Haití está ya negando el permiso para aterrizar más aviones, porque no hay pistas disponibles ni combustible. "No se ha puesto en marcha ni siquiera una célula de gestión de la crisis", destacó la web de 'Radio Metropole'.
Entre tanto, unos 3.000 policías y cascos azules de la ONU intentan mantener el orden.
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